Un profesor de redacción decía que el título era la clave para un gran texto. Que desgracia que soy un fiasco para poner títulos.

Lampara de sala morada

Lo que hice fue plantarme en el sillón y esperar los primeros brotes de genialidad.

No, eso no es cierto, no esperaba a la genialidad sino a la paz mental, aquella que llega cuando sabes que haces lo correcto, que vas por el camino que debes, haces las cosas necesarias, dices las cosas correctas, estrechas las manos que deberías...

La esperaba y nunca llegó. Tuve que moverme a apoderarme de esa alma aristotélica que sin quererlo, tengo.

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