Un profesor de redacción decía que el título era la clave para un gran texto. Que desgracia que soy un fiasco para poner títulos.

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Son aquellas noches nostálgicas por las que vives. En las que una tonada basta para hacerte recordar miles y miles de momentos.
No importan las drogas (desgraciadamente solo drogas, no hay ni sexo ni rock and roll) o la falta de interés por vivir. Es por estas noches por las que vives.

De chico uno quiere ser el heroe de la película, en mi caso, el profesor sabiondo que al final se queda con el tesoro y con la chica. O el rocker despreocupado, con muchos tatuajes y pocas necesidades.
Nada más alejado de la realidad.
Uno construye su personalidad con lo que puede, los miedos que nos acorralan, las frustraciones diarias o la experiencia que nos dan los éxitos.


Al final, uno termina siendo el personaje secundario que a pesar de todo, solo "hizo lo que pudo".

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